Los humanos nacemos con un cierto equipo de fábrica que nos distingue de otros seres vivientes. Nunca deja de crecernos el pelo… ¡Capital! Por ejemplo. Y siendo mamíferos y muy parientes de los monos, no tenemos cola pero sí un dedo prensil. Bendito sea. Nos sirve para coger el martillo y poner un hermoso cuadro, o una balda para libros, y también para pegarle a “TAB” mientras escribo estas líneas.
Por: Sergio Lujambio
También tenemos una inteligencia determinada. No digo que mi perro no la tenga, pero no consigo que hablemos. Ni digo que la hormiga, la abeja o la termita no sean laboriosas, pero… ¡en millones de años no han mejorado su desempeño!.
Resulta pues que a esa inteligencia le dieron en llamar años atrás el IQ. Y se ha descubierto también que hay otras muchas inteligencias, y que altísimos IQ suelen ser bastante estériles para la vida ordinaria, pues cada vez más la sociedad va descubriendo y da mucho mas valor a la no mesurable (aún) Inteligencia Emocional.
Luego entonces, vamos a ver si nos entendemos…
A mi paso por decenas de entrevistas radiofónicas a emprendedores (“Emprendizaje” Punto Radio Navarra) y a dueños y directivos de empresas -mujeres y hombres- como “Business Coach” que fui, encontré un consenso absoluto a la pregunta “¿a qué das más valor: a la Actitud o a la Aptitud?”. Dos COLUMNAS sobre las que descansa la DELEGACIÓN…
El 98% contesta que 80% de buena ACTITUD es más importante que el 20% restante, aunque también de interés, a la APTITUD.
Todos coinciden en que una buena actitud, suple las faltas de aptitud, con tiempo y adquiriendo experiencia. No entiendo cómo, siendo así, las familias, el Estado, las empresas y nosotros individualmente ponemos tal cantidad de dinero, tiempo que es vida, a lo que podemos englobar como Conocimientos y Habilidades (en adelante C+H), y sus “certificados” y títulos, si a lo que damos más valor tanto para contratar como para recontratar cada día, es a las APTITUDES. Sí: solo cambia una letra. ¡Pero cambia mucho!
Podemos invertir cantidades ingentes de tiempo y dinero en C+H. No podemos invertir en experiencia. La da la vida misma y su transcurso. Por otro lado, ¿podemos invertir en actitud?
Por eso, ladies and gentlemen, es tan importante el LIDERAZGO: la única forma de conseguir transformaciones positivas hacia comportamientos de convivencia en común, de aportación de valor y de compromiso, es a través del entusiasmo. Y el entusiasmo es un sentimiento. Es el griego “entheus”, tener “un dios” en ti, y funcionar como un pararrayos transmitiendo sentimientos de forma congruente o no.
Conducir a esos “demás” en lo que Ortega y Gasset llamaba décadas antes que Michael Porter y sus Planificaciones Estratégicas, hacia “un proyecto entusiasmente de vida en común”. Liderar es en esencia entusiasmar.
Continuará…