Capital humano con actitud, ¡casi ná!

Facebook
Twitter
LinkedIn

Los humanos nacemos con un cierto equipo de fábrica que nos distingue de otros seres vivientes. Nunca deja de crecernos el pelo… ¡Capital! Por ejemplo. Y siendo mamíferos y muy parientes de los monos, no tenemos cola pero sí un dedo prensil. Bendito sea. Nos sirve para coger el martillo y poner un hermoso cuadro, o una balda para libros, y también para pegarle a “TAB” mientras escribo estas líneas. 

Por: Sergio Lujambio

También tenemos una inteligencia determinada. No digo que mi perro no la tenga, pero no consigo que hablemos. Ni digo que la hormiga, la abeja o la termita no sean laboriosas, pero… ¡en millones de años no han mejorado su desempeño!.

Resulta pues que a esa inteligencia le dieron en llamar años atrás el IQ. Y se ha descubierto también que hay otras muchas inteligencias, y que altísimos IQ  suelen ser bastante estériles para la vida ordinaria, pues cada vez más la sociedad va descubriendo y da mucho mas valor a la no mesurable (aún) Inteligencia Emocional.

Luego entonces, vamos a ver si nos entendemos…

A mi paso por decenas de entrevistas radiofónicas a emprendedores (“Emprendizaje” Punto Radio Navarra) y a dueños y directivos de empresas -mujeres y hombres- como “Business Coach” que fui, encontré un consenso absoluto a la pregunta “¿a qué das más valor: a la Actitud o a la Aptitud?”. Dos COLUMNAS sobre las que descansa la DELEGACIÓN…

El 98% contesta que 80% de buena ACTITUD es más importante que el 20% restante, aunque también de interés, a la APTITUD.

Todos coinciden en que una buena actitud, suple las faltas de aptitud, con tiempo y adquiriendo experiencia. No entiendo cómo, siendo así, las familias, el Estado, las empresas y nosotros individualmente ponemos tal cantidad de dinero, tiempo que es vida, a lo que podemos englobar como Conocimientos y Habilidades (en adelante C+H), y sus “certificados” y títulos, si a lo que damos más valor tanto para contratar como para recontratar cada día, es a las APTITUDES. Sí: solo cambia una letra. ¡Pero cambia mucho!

Podemos invertir cantidades ingentes de tiempo y dinero en C+H. No podemos invertir en experiencia. La da la vida misma y su transcurso. Por otro lado, ¿podemos invertir en actitud?

Por eso, ladies and gentlemen, es tan importante el LIDERAZGO: la única forma de conseguir transformaciones positivas hacia comportamientos de convivencia en común, de aportación de valor y de compromiso, es a través del entusiasmo. Y el entusiasmo es un sentimiento. Es el griego “entheus”, tener “un dios” en ti, y funcionar como un pararrayos transmitiendo sentimientos de forma congruente o no.

Conducir a esos “demás” en lo que Ortega y Gasset llamaba décadas antes que Michael Porter y sus Planificaciones Estratégicas, hacia “un proyecto entusiasmente de vida en común”. Liderar es en esencia entusiasmar.

Continuará…

Facebook
Twitter
LinkedIn
Share This